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Ceremonia de Llanto por las Imperfecciones de la Vida



Cuando un miembro de la tribu moría, el nombre del difunto era suprimido de la lengua y nunca más podía ser pronunciado.
Los apaches jicarillas tenían prohibido expresar ciertas emociones. Podían reírse, enojarse, alegrarse, entristecerse, tener miedo o sentir asco, pero de ningún modo llorar. El llanto era una emoción tabú. El niño que se caía y se golpeaba, la mujer que era abandonada por su marido, el anciano que no podía levantarse porque le dolían todos los huesos, habían de contener las ganas de llorar hasta el solsticio de invierno, en que se celebraba solemnemente la Ceremonia de Llanto por las Imperfecciones de la Vida.
Fragmento de (te quiero mucho) La extinción de las especies de Diego Vecchio

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