Este verano me puse a estudiar (más) seriamente (respecto a mis anteriores intentos) guaraní. Es una lengua hermosa, en donde las palabras suenan exactamente como deben de sonar y son parte del sentido de la misma, más allá de la arbitrariedad que implica siempre una lengua. Así que pasé el verano pensando en eso mientras volvía caminando a mi casa, pensando en lo aburrida que es la gramática que normativiza todo y que siempre necesita excepciones porque no hay absolutos ni orden totalizante posible. La gramática es la cara obsesiva de la ansiedad, como la sociología ya lo explica, necesitamos rutinizar la existencia porque lo predecible tranquiliza, lo nuevo aterra y amenaza y termina en una guillotina. Entonces la gramática, como la ansiedad, están obsesionadas con el futuro, y que éste sea siempre, lo más posiblemente idéntico al presente. Lo que no se dan cuenta es que así, el presente está condenado por el futuro, aun cuando piensan que están haciendo lo contrario. De la lengua esquimal, por ejemplo, hay una cosa muy bonita que es que no hay tiempos verbales, solo presente. Es una formulación de la enunciación del mundo simple, hablar siempre en presente y luego añadir si hace falta, si es necesario, algún dato temporal.
pd Para demostrar lo incontrolable del transcurrir, este posteo empieza en un verano paraguayo y termina con un esquimal
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