lunes

Cada día se aprende algo nuevo XXII

morigeración
nombre femenino
formal
Moderación en las costumbres y el modo de vida.

pd. palabras grises que uno va incorporando en su andar por el derecho 

sábado

Puede hablar el subalterno?


En ese sentido, a veces el subalterno no “habla”: baila, pinta, se disfraza, rompe, construye, llora, se ríe o guiña un ojo. Las armas de los débiles son muchas, son complejas y habitualmente –si se disculpa la reiteración– son exactamente débiles. Pueden ser una salsa, un capoeira, una guitarra, una huelga, una ocupación, unos versos, una comida, un fuego, un viaje, un rezo, unos tragos, un programa de radio, otros versos, una asamblea, una piedra, un libro y muchas cosas más. Cuando Colón llegó a América dudó de si los habitantes eran seres humanos, ya que no hablaban ninguna lengua, además de estar desnudos. No estaban desnudos, usaban coberturas muy escasas, que es una buena forma de caminar por el Caribe. Y sí hablaban, sólo que no el genovés, ni el portugués ni el castellano. Que una o muchas personas no entiendan la lengua que hablan los subalternos no quiere decir que ellos no hablen. Que no se los entienda, poco y nada dice acerca de ellos. Por el contrario, dice algo acerca del observador.
Fragmento choreado de Hegemonía cultural y políticas de la diferencia de Alejando Grimson
pd. se puede leer completo acá

domingo

Justicia indígena

Hay sabidurías esparcidas por el mundo, el desafío es tener la escucha atenta en vez de la respuesta soberbia, vean acá

sábado

viernes

Buenos Aires por un gaucho

Un gaucho de verdad, gaucho de destino, le preguntaban, que te pareció Buenos Aires? y el lo definía de una manera tan gráfica, Buenos Aires es un hormiguero pateao!
De este diquito de Atahualpa

martes

Cada día se aprende algo nuevo XIX



sevicia
nombre femenino
1.
Crueldad excesiva.
2.
Malos tratos.

Desfulanizar y otros

Música, cuentos, narraciones y otros ruiditos
Que lindo que te sigan contando cuentos aun de grande

lunes

La Angustia



Angustia el momento previo a la decisión; según Kierkegaard el saber que puedo elegir.
Después de tomar la decisión tendré culpa, miedo, arrepentimiento, alegría... Pero ya no angustia.
La angustia es otra cosa. La angustia, dice Kierkegaard, es ese momento en el que soy consciente de ser pura posibilidad; el momento previo en el que me doy cuenta que puedo elegir entre diferentes alternativas... Y que tengo que elegir, aunque no quiera.


Preferiría no tener que elegir, pero no puedo. Estamos conminados a elegir todo el tiempo y eso nos angustia. Mi libertad se vuelve insoportable. Puedo decidir.

No se angustian los perros, ni androides, se angustia este ente tan extraño que Heidegger define como proyecto, posibilidad siempre abierta, pura posibilidad.
Todo el tiempo tenemos que elegir, no podemos no hacerlo, fatal paradoja se nos impone: tener que elegir.

Dario S.