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La libertad del don nadie
No tolero las pruebas, prefiero anticipar mi fracaso. Las veces que traté de adoptar un esperitu emprendedor, nunca terminé de creermelo y respiré con profundo alivio al abandonar el intento. Es parecido al sindrome del microfono. Si a alguien que habla normalmnente lo ponemos frente a un micrófono, lo que era un discurrir de ideas se transforma en una prospera empaquetadora de sentencias. Y el exito es un microfono del que hay que cuidarse como de la arteriosclerosis. De todas maneras no quiero convertir un miedo en una doctrina, mi terreno más comodo es el del fracaso. Punto. Ahí puedo seguir la lucha discretamente, despojado del esfuerzo del esfuerzo de ser aprobado por alguien. Por alguna razón asocio fracaso con libertad. - El ciudadano de mis zapatos - Luis María Pescetti
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