"El cebo fue a parar a unos pocos pasos del oso, que lo husmeó lleno de curiosidad alargando el cuello y gruñendo receloso. El hambre lo incitaba a comer; pero otro instinto más profundo y misterioso. le sugería que desconfiara de todo cuanto provenía de aquellos extraños seres, mucho más pequeños que él, pero terriblemente seguros de sí mismos" - Hans Ruesch
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