
En la antigüedad grecorromana, el tiempo era circular, es decir que no tenía dirección. El cristianismo se opone, en este sentido, a la experiencia griega del tiempo. En el cristianismo, el tiempo es una línea recta que empezó con el Génesis y terminará con el Apocalipsis. En el medio, en algún lugar de la línea, está el punto de referencia básico: la encarnación de Cristo. La edad moderna supone una laicización del tiempo cristiano rectilíneo. Esta laicización implica que al tiempo se le ha sustraído la idea de fin: ya no vamos rumbo al Apocalipsis. La historia de la salvación se convirtió en una simple cronología. Ahora bien: para darle sentido al tiempo, o una apariencia de sentido al menos, aparece la idea, privada de todo fundamento racional, de un progreso continuo e infinito.
“Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irrefrenablemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.”
“Nada choca más con esta idea del progreso que la posibilidad de que la ´meta ideal´ pueda y deba, acaso, realizarse en el instante que viene, e incluso en este instante… Cada instante debe estar pronto a recoger la plenitud de la eternidad”
La visión del tiempo que Benjamin sostiene en sus famosas Tesis de filosofía de la historia es, básicamente, mesiánica. Es decir que va a pensar la historia de la explotación humana en relación a la llegada del Mesías. En la concepción mesiánica de la historia se rechaza de plano el concepto decimonónico de evolución. La idea del tiempo es otra, porque cada segundo es la puerta por la que puede entrar el Mesías.
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